Decidir que vas a vender lo que cultivas no es poca cosa.
Implica confianza. Implica salir de la invisibilidad.
Y muchas veces, implica también dejar atrás formas de venta que ya no te representan.
Pero una vez que das ese paso, hay tres decisiones más que pueden marcar la diferencia entre avanzar con claridad… o dar palos de ciego durante meses.
Hoy quiero ayudarte a enfocarte desde el principio, con decisiones que respeten tu ritmo, tu esencia y el tipo de vida que quieres construir.
1. ¿Para quién estás cultivando o elaborando?
Esta no es una pregunta de marketing.
Es una herramienta para ayudarte a comunicar con verdad.
Pensar en tu cliente ideal no te limita. Te enfoca.
No significa excluir a nadie, ni etiquetar a las personas.
Significa algo mucho más práctico: escribir y hablar como si tuvieras delante a esa persona que necesita justo lo que tú haces.
Porque cuando tienes claro a quién le hablas, puedes decirle justo lo que necesita escuchar.
Y aunque tu mensaje esté pensado para un perfil concreto, va a resonar con muchos más.
¿Por qué? Porque está construido desde sus deseos, sus preguntas y sus necesidades, no desde lo que tú crees que debes decir.
Y no tienes que elegir solo uno.
Puedes tener varios clientes ideales si ofreces productos o canales distintos.
Lo importante es que cada vez que comuniques, pienses en alguien real, no en un público genérico.
👉 Si este concepto te remueve un poco, en “Qué es el cliente ideal (y por qué no te limita)” te explico cómo usarlo a tu favor sin sentirte un impostor ni limitar tu alcance.
2. ¿Cómo quieres vivir tu día a día?
No todo canal de venta se adapta a todas las personas.
A veces copiamos lo que otros hacen sin pensar si eso encaja con nuestra forma de vivir, con nuestras habilidades, con nuestras energías.
- ¿Te gusta hablar cara a cara? Quizá tu lugar sean los mercados o los puntos de recogida.
- ¿Prefieres comunicar por mensajes? Puedes organizar pedidos por WhatsApp o email.
- ¿Te gusta enseñar lo que haces? Las visitas o actividades pueden ser parte de tu propuesta.
Tu canal debe estar al servicio de tu vida, no al revés.
Esta decisión te permite sostener tu proyecto sin quemarte.
👉 ¿No tienes claro qué canal encaja contigo? En “Cómo elegir el canal de venta más sostenible según tu forma de ser” te explico cómo tomar esta decisión sin perder tu esencia ni tu energía.
3. ¿Qué necesidad estás resolviendo con tu producto?
Vender no es solo ofrecer lo que tienes.
Es mostrarle al otro cómo tu producto mejora su vida.
- Tal vez resuelves la necesidad de comer sin tóxicos.
- Tal vez satisfaces la búsqueda de autenticidad y sabor.
- Tal vez ofreces una forma de apoyar una causa importante: el medio rural, la soberanía alimentaria, el bienestar animal.
Tu propuesta de valor es esa conexión entre lo que tú haces y lo que tu cliente necesita.
Es el motivo por el cuál un cliente elegirá comprarte a ti por delante de comprar a otra persona.
¡Aunque seas más caro!
Cuando entiendes esto, todo cambia. Tu comunicación se llena de sentido.
En “Cómo descubrir tu propuesta de valor (aunque no tengas un plan de marketing)” te explico cómo identificar qué te hace único y cómo comunicarlo de forma que conecte con quienes valoran tu trabajo.
Vender con sentido empieza aquí
Estas tres decisiones no requieren inversión.
Solo honestidad contigo mismo y disposición a observar.
Pero créeme: si las tomas ahora, te ahorras meses de dudas, de sentir que no avanzas, de agotarte intentando hacerlo todo sin rumbo.
¿Y ahora qué?
Toma un rato tranquilo, lápiz en mano, y escribe tus respuestas.
Si te ha gustado este artículo, el siguiente paso natural es este:
👉 “Qué errores evitar cuando comienzas (y cómo avanzar sin bloquearte)”
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Ahí comparto todo lo que he aprendido acompañando a productores como tú a comunicar con autenticidad y vender con propósito.
Con raíces,
Mónica 🌿