Qué es el cliente ideal (y para qué sirve)

Por Mónica Fernández – Marketing con Raíces

¿A quién le hablas cuando hablas de lo que haces?

Si te cuesta responder, no estás solo.

Muchos productores, ganaderos o elaboradores me dicen lo mismo:
“Quiero mejorar mi estrategia de comunicación, pero no sé qué decir”

Y es normal pensar así, sobre todo cuando estás empezando.

Con frecuencia percibimos los beneficios de nuestros productos desde nuestra perspectiva de productor.

Una especie de visión de túnel que solo nos deja de ver una parte de la historia.

Estamos muy orgullosos de lo que hacemos y de la calidad de los alimentos que ofrecemos. 

Sabemos todo el esfuerzo que hay detrás. 

¿Qué más hay que decir?

Pues mucho más…

Hoy quiero hablarte de una herramienta básica del marketing que te va a ayudar mucho a resolver este problema.

Me refiero al concepto de cliente ideal.

El cliente ideal no es una etiqueta. Es una brújula.

Cuando hablamos de cliente ideal no estamos hablando de crear una ficha con edad, nivel de ingresos y código postal, como podrías pensar si has estado leyendo sobre marketing en internet.

Esta es una visión muy simplista de este concepto, y que muchas veces nos lleva a no comprender qué es realmente el cliente ideal.

Yo vengo a hablarte de algo mucho más profundo:
una herramienta que te ayuda a conectar con las personas adecuadas, de una forma humana y auténtica.

Tener claro a quién le hablas te permite:

  • Elegir palabras que conectan emocionalmente
  • Crear ofertas más relevantes y que ayuden de verdad a tus clientes
  • Ser coherente en todos tus canales de comunicación
  • Vender sin sentir que estás fingiendo

Entonces… ¿qué es exactamente el cliente ideal?

El cliente ideal es una representación imaginaria —pero muy realista— de esa persona a la que más puedes ayudar con tu producto.

No es una limitación. No es una etiqueta.
Es un ejercicio de empatía: te pone en los zapatos de quien recibe lo que tú haces con tanto cuidado.

No se trata de inventarte una persona perfecta.
Se trata de visualizar a alguien real: con necesidades concretas, con dudas, con deseos…
Y construir tu comunicación pensando en cómo puedes mejorar su vida.

Así, lo que cuentas no nace desde lo que tú haces, sino desde cómo eso que haces puede servirle a alguien.

Es, en resumen, una forma de mirar tu proyecto desde fuera.


Desde los ojos de quien lo necesita.

¿No te limita pensar en una sola persona?

No. Al contrario.

Pensar en una persona concreta te ayuda a escribir mejor, a hablar mejor y a comunicar con más claridad.

Porque cuando sabes qué necesita, qué le preocupa y qué le emociona… sabes qué decirle.

Y lo mágico es esto:

Aunque escribas pensando en una persona concreta, muchas otras se sentirán reflejada

Porque estás hablando desde sus necesidades, no desde tu ego.

¿Puedes tener más de un cliente ideal?

Sí, por supuesto.

Especialmente si tienes varias líneas de producto o canales de venta distintos.

Lo importante no es limitarte a uno, sino que cada vez que comuniques, pienses en uno concreto.

Eso hace que tu mensaje sea claro, enfocado y poderoso.

Un ejemplo sencillo

Imagina que vendes tomates ecológicos.

Si piensas en “todo el mundo”, hablarás de lo bueno que es tu tomate… y ya.

Pero si piensas en Marta, madre de dos niños pequeños, que busca comida sin tóxicos para su familia, le dirás otra cosa:

“Estos tomates los cultive sin ningún químico, pensando en que mis sobrinos pudieran comerlos con la piel. Son dulces, tienen sabor y son 100% seguros.”

Ese mensaje nace desde su necesidad.
Y por eso, toca el corazón.

EJERCICIO: Tu primer boceto de cliente ideal

Tómate 10 minutos. Coge papel y boli. Y responde:

  1. ¿Quién ha sido tu cliente más fácil o más agradecido hasta ahora?
  2. ¿Qué valores tiene esa persona? ¿Qué le preocupa cuando compra?
  3. ¿Qué le gustaría saber antes de decidirse por tu producto?
  4. ¿Qué le impide a veces comprar (dudas, precio, confianza…)?
  5. ¿Qué cambia en su vida cuando te compra a ti?

Hazlo aunque no tengas muchos datos. Este ejercicio no es definitivo.
Es un punto de partida para comunicar desde la empatía, no desde la intuición.

¿Y si aún no has tenido ningún cliente?

No pasa nada. Imagina a esa persona que más te gustaría ayudar con lo que haces. Piensa en alguien real que conozcas o crea una combinación de personas que te inspiran.

Lo importante es empezar a observar desde fuera: ¿qué busca?, ¿qué necesita?, ¿qué le haría confiar en ti?

¿Y ahora qué?

Pues una primera cosa que me encantaría que hicieras es compartir en los comentario de este artículo el ejercicio del cliente ideal. Así podremos aprender todos juntos a mejorar nuestra comunicación.

Si te ha gustado este artículo, quizá quieras seguir con:
“Cómo definir tu cliente ideal paso a paso”

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Con raíces,
Mónica.

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Acerca de mí

Soy Mónica, física de formación y agricultora de vocación. Tras años en laboratorios, el campo me devolvió la salud y el sentido. Hoy, con Marketing con Raíces, te ayudo a comunicar lo que cultivas, sin perder tu esencia.

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“Mónica Fernández ayuda a productores conscientes a vender sin perder su esencia. Más sobre ella aquí.”

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